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Los riesgos de tatuarse. Lo que no sabías sobre las tintas para tatuar

Se tiene constancia del arraigo cultural del tatuaje a lo largo de la historia de la humanidad. Las evidencias más antiguas de tatuajes fueron encontradas en 1991, cuando fue descubierto el “hombre de hielo” (Ötzi). Sus restos momificados, datados en 5300 años de antigüedad, presentaban 61 tatuajes sobre su piel. Un gran número de culturas antiguas utilizaron los tatuajes como símbolo de estatus social (Egipto, Grecia, la Antigua Roma), de significado bélico (Celtas, Vikingos) o incluso para contar historias familiares o creencias religiosas (Maoríes o Aztecas, entre otros). Durante la Edad Media y con la llegada del catolicismo se prohibieron los tatuajes y se trató de erradicar esta práctica ya que “mutilaban el cuerpo heredado de Dios”. Tiempo después, el uso de los tatuajes volvió a popularizarse entre marineros y delincuentes, siendo lucidos por bohemios y artistas de los bajos fondos. No fue hasta la década de los 60-70 cuando los movimientos “hippie” y “punk” elevaron los tatuajes a la categoría de arte corporal. La cultura del ‘tattoo’ se ha extendido ampliamente en los últimos años. Se estima que el 12% de los europeos y más del 24% de los estadounidenses están tatuados. Un estudio estadístico realizado en 2015 en Estados Unidos reveló que casi el 50% de las personas de entre 18-35 años tienen al menos un tatuaje y siete de cada diez personas tatuadas tienen más de uno.

De izq. a dcha.: uno de los tatuajes encontrados en Ötzi (5300 años de antigüedad); tatuaje encontrado en la momia de una mujer sudanesa que vivió hace 1300 años; tatuaje encontrado en los restos momificados de la Dama de Cao (cultura mochica en el siglo IV d.C.).

¿QUÉ ES UN TATUAJE?

Un tatuaje es un dibujo que se realiza introduciendo pigmentos bajo la piel, la principal barrera que tiene el cuerpo para aislarnos contra amenazas externas. Desde el punto de vista químico, los pigmentos son sustancias sólidas coloreadas, naturales o sintéticas, que poseen la característica de absorber parte de la luz visible. La parte de la luz que reflejan es la que llega a nuestros ojos y percibimos como color. Existe una amplísima variedad de sustancias que pueden ser usadas como pigmentos, agrupándose en función de su naturaleza química en orgánicos e inorgánicos, y a su vez en naturales (extraídos de la naturaleza) o sintéticos (fabricados en un laboratorio). Para poder aplicar un pigmento (sólido) de manera homogénea durante la realización de un tatuaje, es necesario suspenderlo en una disolución acuosa (aglutinante), obteniéndose así la tinta.


¿QUE CONTIENEN LAS TINTAS PARA TATUAR?¿PUEDEN SER PELIGROSAS?

El número de componentes químicos incluidos en las tintas para tatuar es abrumadoramente grande. La Comisión Europea publicó un informe en 2016 en el que destaca que “los pigmentos empleados no están producidos específicamente para el sector del tatuaje/maquillaje permanente y generalmente muestran baja pureza”. Señala además que “los colorantes usados para tatuar son exactamente los mismos que los utilizados por la industria para pintura de automóviles, tintas para impresión, coloración de plásticos, etc”. En las muestras analizadas se encontraron sustancias químicas peligrosas como hidrocarburos policíclicos aromáticos (43%), aminas aromáticas primarias (14%), metales pesados (9%), conservantes (6%), así como contaminación microbiológica (11%)”. Es fácil pensar en los productos inorgánicos como sustancias artificiales, que inspiran poca confianza y son poco seguros y nocivos. Sin embargo, cuando hablamos de productos orgánicos nuestra mentalidad cambia y es común presuponer que son seguros y naturales. Que un producto sea orgánico no implica que sea natural o seguro para ser utilizado en tatuajes. Es más, la gran mayoría de compuestos orgánicos son sintéticos (creados en un laboratorio), existiendo un buen número de éstos que no son recomendables en aplicaciones farmacéuticas, alimentarias, cosméticas, o para tatuar debido a su toxicidad, ya que pueden generan efectos secundarios diversos, e incluso pueden ser cancerígenos. Un ejemplo de ello es el 4-dimetilaminoazobenceno o amarillo mantequilla, que fue utilizado durante el siglo XX como colorante alimentario. Un estudio demostró que este compuesto orgánico era un potente cancerígeno hepático, motivo por el que se prohibió su uso.

 

"Que un producto sea orgánico no implica que sea

natural o seguro para ser utilizado en tatuajes"

 

En el mundo del tatuaje se utiliza ftalocianina de cobre para conseguir el color azul. Se trata de un compuesto orgánico que consta de un anillo macrocíclico con un átomo de cobre en su interior (el cobre es un metal pesado), que es susceptible de liberarse en el organismo si se rompe dicho anillo (degradación). Aunque este compuesto se considera estable a los cambios de temperatura y a la irradiación lumínica, apenas existen estudios de su comportamiento en el interior de seres vivos. Otro ejemplo es el diazo-pigmento naranja 13. Este compuesto, con coloración naranja, es una sustancia orgánica con dos grupos “azo” por los cuales se puede romper la molécula para dar aminas aromáticas, que son sustancias potencialmente peligrosas para el ser humano. Un estudio publicado en 2017 en la revista Scientific Reports muestra que la ftalocianina de cobre y el diazo-pigmento naranja 13, entre otros pigmentos utilizados para tatuar, viajan desde la dermis hasta los nódulos linfáticos más próximos.

Según el estudio este transporte se puede producir a escala nanométrica a través de la sangre, los fluidos linfáticos o fagocitados por células inmunes. Esta respuesta inmune se debe a que el organismo detecta a las partículas de pigmento como cuerpos extraños y trata de eliminarlos. Mientras que las partículas más pequeñas que forman parte del pigmento se movilizan hacia otras regiones del cuerpo, las partículas de mayor tamaño (escala micrométrica) se mantienen en la dermis. Incluso, los investigadores aseguran que las proteínas que se encuentran en la dermis alrededor del pigmento sufren cambios estructurales que pueden suponer un posible riesgo para la salud que aún no ha sido cuantificado. Se podría reducir el riesgo de transporte sometiendo a los pigmentos a un control de tamaño de partícula.

Esquema donde se puede observar en que parte de la piel se aloja la tinta del tatuaje y como puede ser transportada hacia los nódulos linfáticos. En la parte superior derecha se muestra una comparación entre muestras de piel y la coloración adquirida por los nódulos linfáticos de dos donantes tatuados (estudio publicado en Scientific Reports).


El informe de la Comisión Europea resalta que las tintas contienen contaminantes microbiológicos. Estos podrían guardar relación, junto con las condiciones de higiene y esterilización en los salones de tatuaje, con la aparición de otras afecciones como inflamaciones, infecciones, reacciones alérgicas, queloides, granulomas, hepatitis C o incluso el VIH (aunque no se han documentado casos desde 2009).


¿LOS TATUAJES SON REALMENTE ‘PARA SIEMPRE’?

Una encuesta recogida en The Vancouver Sun, pone de manifiesto que "el 80-90% de las personas que tienen tatuajes han pensado eliminarlos en algún momento de su vida". En realidad, las técnicas de eliminación de tatuajes son tan antiguas como los tatuajes en sí mismos. Se han documentado evidencias de tratamientos dermoabrasivos en momias egipcias de 4300 años de antigüedad. Hoy en día la técnica más utilizada es el tratamiento con láser que permite eliminar los tatuajes en varias sesiones. Pero, ¿qué efecto tiene eliminar un tatuaje con láser? Las técnicas láser irradian el tatuaje con un haz de luz lo suficientemente energético como para romper las moléculas del pigmento en fragmentos más pequeños, que además de incoloros pueden ser altamente nocivos. Su menor tamaño les confiere mayor capacidad de viajar y extenderse por el organismo a través de las vías anteriormente comentadas. Por otro lado, los tratamientos láser no siempre dan los resultados esperados, pudiendo llevar asociados problemas de pigmentación en la piel. Además de los tratamientos láser, la exposición al sol y a la radiación UV también pueden degradar los tatuajes, siendo recomendable tomar medidas de protección.

Antes y después de un tatuaje. Los pigmentos sufren una fuerte degradación con el paso del tiempo, siendo más evidente en los tatuajes a color. En este caso se muestra una imagen de un tatuaje "fresco" y otra tomada 4 años después. Se pueden ver numerosos ejemplos en "boredpanda".


¿CUAL ES EL ESTADO ACTUAL DE LA LEGISLACIÓN?

España cuenta con la legislación más restrictiva de Europa y posiblemente del mundo en lo que se refiere al uso de pigmentos incluidos en las tintas para tatuar. Sin embargo, Estados Unidos, donde se fabrican la mayoría de productos de la industria del tatuaje, se rige por el mercado y no existe una legislación específica, aunque la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) ha expresado interés por la creación de medidas reguladoras que garanticen una mayor seguridad de las tintas para tatuar. En esta situación, la mayoría de industrias intentan maximizar el beneficio manteniendo bajo el coste del producto final con el fin de obtener un producto lo más competitivo posible. Para conseguirlo se buscan las materias primas más económicas que, por lo general, suelen contener índices de impurezas más elevados. En España, los productos creados para tatuajes están considerados como “productos de higiene personal” según recoge el Real Decreto 1599/97 que regula la normativa sobre productos cosméticos. Estos productos requieren una autorización sanitaria de comercialización que tiene que ser expedida por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Para consultar si un producto está dentro de la legalidad, tiene que llevar un número de registro sanitario y la composición cuantitativa del producto.

El dermatólogo Donís Muñoz destaca en Publicación Médica de Dermatología que “la legislación española es tan restrictiva que las medidas pueden no acabar cumpliéndose”. También indica, “sabemos que el 80% de los tatuadores están utilizando tintas que son legales en Estados Unidos y en Inglaterra pero no están homologadas en España”.

A pesar de que la legislación es restrictiva en lo que se refiere a las tintas para tatuar, micropigmentos, etc., que pueden ser comercializados en España, la legislación vigente es una normativa originalmente ideada/redactada para productos cosméticos y posteriormente extendida al sector del tatuaje y maquillaje permanente. Lo más adecuado sería la creación de una legislación específica con controles centrados en los tatuajes, ya que son productos que van inyectados en la dermis durante periodos de larga duración y no sobre la superficie del cuerpo como ocurre con los productos cosméticos. Por este motivo, sería conveniente la realización de estudios de estabilidad de los productos para tatuar a intervalos de tiempo mucho más largos que en el caso de los cosméticos, así como estudios para determinar con exactitud los posibles efectos secundarios que generan dentro del organismo no solo a corto o medio plazo, si no también a largo plazo. Algunos rechazos o efectos secundarios documentados se han producido tras más de 10 años después de haber realizado el tatuaje.


Muchos nos preguntamos ¿por qué no hay una legislación más específica que regule un control seguro en el uso de los productos para tatuar? La respuesta es simple, el tatuaje se ha convertido en una práctica de masas en las últimas décadas.

 

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